¿Cuál es el dilema?

De pronto, un día vuelves a casa con un bebé en brazos…
y te das cuenta que todo tu mundo se ha transformado.

La entrada a la maternidad es… por decir lo menos… intensa. Tu bebé nace y de inmediato pasas de ser responsable sólo de ti, a ser responsable además de otr@ ser human@ que depende completamente de ti.

De pronto te encuentras alimentando a un bebé non stop, cambiando pañales en modo déjà vu, con tu bebé durmiendo encima tuyo mientras estás a punto de perder el control de esfínteres (pero tú ya no llevas pañal)…

Tratando de comer cuando se pueda, de descansar cuando se pueda, de bañarte cuando se pueda… y con un cerro de cosas en casa que se van apilando como en un tetris que estás a punto de perder.

Sumado a lo anterior, toda la energía que se requiere para tu restauración física, tu remodelación mental y tu apertura espiritual…

Y sin considerar la energía requerida para cultivar tus relaciones con otras personas, especialmente con tu pareja.

Aunque eso… ¡es sólo el comienzo!
Cada nueva temporada trae consigo una serie de desafíos propios, que parecieran ir aumentando en complejidad.

Hmmmmmm, ahhhhhh…

Convertirse en madre puede sentirse, al mismo tiempo, asombroso y abrumador.

Querida colega, te entiendo, entiendo por lo que has pasado, por lo que estás pasando, y por lo que vamos a pasar.

Es intenso, es duro, es desafiante.

Sin embargo…

Cuando al fin aceptamos lo que es, y dejamos de resistirnos y de luchar… ocurre algo mágico.

Cuando al fin aceptamos lo que es, recuperamos nuestra capacidad de elegir.

Dejamos de sentirnos a merced de las circunstancias, y nos volvemos creadoras de nuestra experiencia, convirtiendo los desafíos en oportunidades de aprendizaje, crecimiento y evolución.

Cuando al fin aceptamos lo que es, recuperamos nuestro poder innato.

Desde esta perspectiva, la maternidad se convierte en una invitación, momento a momento, a aceptar lo que es. Y cuando logramos aceptar, nos abrimos a una nueva posibilidad: a la posibilidad de danzar.

Para cada desafío, puedes decidir luchar contra él o danzar con él, pero no puedes decidir ambos.

¡Te invito a que decidas danzar y a que dancemos juntas, en comunidad, temporada a temporada!

Si te animas, cuéntame en los comentarios: ¿qué desafío te está invitando a danzar en esta temporada? Me encantaría leerte a ti también.

Con aprecio,

Marcela Paz

P.D. Sí, me imagino que la idea de danzar te suena bella y se siente reconfortante, pero al mismo tiempo tu mente está pensando: ¿y cómo hago eso?

En el próximo post te explicaré con más detalle a qué me refiero con danzar, y cómo se ve en el día a día. ¡Hasta el próximo post!

Mujer flotando en laguna Cejar Chile

Descubre cómo conseguir un día satisfactorio para ti, sin importar cuánto hayas dormido la noche anterior.

Carrito de compra
Scroll al inicio