
Luego de este “click”, ya no hay vuelta atrás.
Posiblemente, con todo lo que hemos estado reflexionando juntas estos últimos post, tú ya estés empezando a notar algunos de tus patrones mentales.
Posiblemente ya estés notando que cuando piensas de cierta manera, entonces te sientes de cierta manera, y por ende terminas actuando de cierta manera.
Precisamente, este es el «click» que lo cambia todo: ser capaz de observar tu propia mente, en vez de vivir fusionada con ella.
Cuando vivimos fusionad@s con nuestra mente, sencillamente actuamos en piloto automático, no entendemos por qué hacemos lo que hacemos, sólo lo hacemos. Esta forma de funcionar nos deja nulo espacio para escoger, pues sencillamente actuamos desde la programación mental que hemos recibido, sin ser capaces de ver esa programación.
Sin embargo, cuando somos capaces de reconocer que tenemos una mente, pero que no somos ella… sucede algo increíble.
Sucede que ya no nos identificamos con nuestra mente, y por ende, ya no nos creemos todo lo que nos dice, pudiendo tomar distancia de ella, observarla y cuestionarla.
Sí, cuestionarla. Cuestionar tu mente significa aprender a utilizar tu mente a tu favor.
(“¿Pero cómo? Si la mente es mía… ¿no está siempre a mi favor?”)
Sería lo ideal pero… no, lamentablemente no.
La mayoría de las personas aún no ha aprendido a utilizar su mente a su favor, simplemente porque nadie le ha dicho que tiene una mente pero que NO ES su mente.
A qué me refiero con esto.
A que nuestra mente ha creado una serie de historias y relatos respecto de quiénes somos y de qué va la vida, pero esos relatos creados en nuestra mente son interpretaciones de la realidad, no son la realidad.
Antes de la llegada de mi primera hija, yo vivía profundamente (digo, profundidísimamente) fusionada con mi mente, a tal punto que creía cada una de las historias e ideas de mi mente como si fueran la verdad absoluta y no existiera otra.
Vivía encerrada en una pequeña jaula que mi mente había creado, llena de miedo, inseguridad, frustración, impotencia y amargura. Y con la llegada de mi hija… inevitablemente (y afortunadamente) ¡se agregó más carbón a todo eso!
El sufrimiento me llevó a ver eso que no estaba viendo, y a darme cuenta de que tenía una mente que no estaba funcionando a mi favor, y por ende, me generaba sufrimiento.
Pero, ¿a favor de quién?
A favor de mí, de mi ser auténtico… de mi “alma” si tú quieres. Vivía mi vida actuando bajo las directrices de mi mente, pero no vivía en sintonía con mi ser auténtico. Vivía mi vida completamente desalineada de quién soy realmente, y para qué estoy aquí.
Vivía mi vida encerrada en mi mente, sumergida en los relatos, las historias, y los pensamientos, sin darme cuenta de que todo eso era simplemente una creación de mi mente, no la realidad.
Vivía mi vida confundiéndome a mí misma con mi mente.
Pero cuando logré aclarar la con-fusión (la fusión con mi mente), al fin pude soltar esa programación mental, abriéndome a la posibilidad de crear, de crear intencionadamente (y no por defecto) la experiencia de vida que verdaderamente deseo vivir.
Te invito a que tú también decidas que, de hoy en adelante, ya no vas a ir por tu vida fusionada con tu mente, sino que intencionadamente vas a soltarla, observarla, y cuestionarla, para conectar con tus verdaderas intenciones y deseos para tu vida.
Al principio, lograrás observar tu mente en retrospectiva, es decir, que habrá ocurrido una situación en la que tú habrás actuado por defecto en piloto automático, y luego, reflexionando sobre lo ocurrido, podrás darte cuenta de tu patrón mental. Es decir, que podrás observar tu mente después de haber actuado bajo su condicionamiento.
Sin embargo, en la medida que practiques y practiques, cada vez podrás notar tus patrones mentales antes. Es decir, que luego lograrás darte cuenta en el momento mismo en que estás repitiendo el patrón, y con más práctica, lograrás darte cuenta y observar tu mente incluso antes, cuando recién aparecen estas ideas en tu mente, es decir, antes de decir o hacer cualquier cosa… pudiendo al fin escoger una forma de responder (en vez de reaccionar) a una determinada situación.
Este aprendizaje también es un proceso, y en la medida que lo practiques y practiques, cada vez será más sencillo y natural.
Tú no eres tu mente. Tú estás mucho más allá de cualquier idea, límite o contenedor que tu mente haya creado.
Tú también puedes volver a conectar con la esencia de quién realmente eres, para comenzar a crear la experiencia de vida que verdaderamente deseas vivir.
Si te animas, cuéntame en los comentarios: ¿estás dispuesta a soltar la fusión con tu mente, para comenzar a crear la experiencia que tú deseas vivir?
Estaré encantada de ser cómplice de tu compromiso hacia ti misma, y de sostenerlo junto contigo.
Con aprecio,
Marcela Paz
P.D. Cuando comienzas a crear una vida intencionada, comienzas a dejar atrás todo eso que no te está sirviendo, para concentrar todos tus recursos en aquello que sí deseas y es un aporte en tu vida ahora. A esto yo lo llamo… ser productiva.
En el próximo post te invito a reflexionar más sobre esta relación, y te mostraré el camino que he creado para concretarlo en mi día a día. ¡Hasta el próximo post!

RE-CREA TU DÍA:
10 poderosas acciones para crear un día saludablemente productivo cuando no has dormido lo suficiente.
Descubre cómo conseguir un día satisfactorio para ti, sin importar cuánto hayas dormido la noche anterior.